Sobre nuevas normalidades

Por Jorge Manuel Manrique Morteo, Rector del Colegio Jurista

Decía José Ortega y Gasset, ese gran filósofo español, que el hombre sumido en la masa social de su momento histórico no puede albergar la esperanza de convertirse en un otro distinto o diferente en tanto su contexto no se modifique, para bien o para mal.

Lo que actualmente vivimos en México y en el mundo derivado de la pandemia generada por el COVID-19, ha vuelto a poner en la discusión pública la preocupación por la vida humana en cualquiera de sus entornos. Los escenarios de contención de muchos países han sido rebasados, y ha puesto al descubierto las deficiencias profundas de los servicios de salud dirigida a la población en general.

Ortega y Gasset escribió en algún momento: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. En esta nueva normalidad que vivimos, la máxima orteguiana tiene sentido y razón, y puede convertirse en el mantra que necesitamos los seres humanos. Sólo yo, el ser humano,

el individuo, la persona, la mujer, el hombre, es responsable hoy de su circunstancia; nadie puede quitarle el peso de su ser individual, así como nadie, sólo él mismo o ella misma, podrá hacerse responsable de su propia circunstancia. Pero en esa responsabilidad individual, la humanidad requiere en estos momentos recuperar el sentido heroico

del ser social masificado y globalizado, que ha sido capaz de entender que para sobrevivir en este mundo necesito modificar mi actuar conforme a mi contexto, respetar y ser solidario con aquellos que conviven conmigo en el marco de nuestras vidas, sólo así el mundo andará de nuevo en una nueva normalidad y la circunstancia del yo se habrá salvado.

No es la primera vez que la humanidad ha enfrentado situaciones como ésta. Cada siglo ha puesto en entre dicho el desarrollo y progreso, ha demostrado también que la naturaleza siempre encontrará manera de salir del silencio y la indiferencia a la que la hemos relegado. Tampoco, seguramente, será la última lección por aprender de la naturaleza misma, en que la vida será la única manera de conservar aquello que nos hace seres humanos: el lenguaje, la razón, el conocimiento.

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