Por Rogelio Guillén, alumno de la Maestría en Derecho Constitucional y Amparo
Como lo señala el filósofo griego Aristóteles1 “el ser humano tiene la necesidad de procurarse sustento, el vestido y la vivienda, en lo cual suele ocupar casi toda su vida”. En esa lógica, los trabajadores de cualquier parte del mundo invierten gran parte de su tiempo y esfuerzo para forjar un patrimonio para su familia, que les brinde un techo digno y adecuado a sus generaciones futuras.
En el caso de México, el derecho a una vivienda digna y adecuada está plasmado en el artículo 4º y 123, apartado A, fracción XII de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Para dar cumplimiento a lo mandatado en la ley suprema, en 1972 surge el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (en adelante Infonavit) como un órgano de espíritu social para brindar crédito suficiente y barato a los derechohabientes que desean adquirir una casa.
El ser humano tiene la necesidad de procurarse sustento, el vestido y la vivienda, en lo cual suele ocupar casi toda su vida.
Con el paso de los años este espíritu social del instituto se ha deformado; hasta 1992 se involucraba en todos los aspectos para el desarrollo de complejos habitacionales, búsqueda de predios, construcción de las edificaciones y el otorgamiento del crédito, con tasas que oscilaban en 4% de interés, sin duda estas características lo hacían asequible para los trabajadores.
Tristemente estos créditos dejaron de ser una opción para comprar una vivienda; tasas de interés por encima de las que maneja la banca comercial, incremento del saldo insoluto de la deuda en base a la Unidad de Medida y Actualización (en adelante UMA), plazos de hasta 30 años para pagar el crédito, y mensualidades que van incrementando año con año.
¿Qué le pasó al Instituto?
Los titulares del instituto en diversas administraciones olvidaron que dicho órgano tiene un fin social, parecería que intencionadamente hicieron todo lo posible para volver el financiamiento del Infonavit el peor crédito hipotecario del mundo, a que me refiero:
• Desarrollos habitacionales sumamente alejados de las ciudades y fuentes de trabajo.
• Altos costos de transporte.
• Créditos hipotecarios muy caros.
• 30 años de vida del crédito en la mayoría de los casos.
• Ramo de la construcción afectado por el abandono de la vivienda.
Lo anterior va en congruencia con lo señalado por Ignacio Cabrera Fernández2 quien menciona que “el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) y el Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) han detectado 5 millones de viviendas en el abandono. Solo en 2018 fueron abandonadas 55 mil viviendas y en promedio 80 mil viviendas por año. Las dejan por defectos en la construcción, por ubicación en zonas de riesgo o porque simplemente la gente no puede pagarlas ya que bajo el esquema del crédito actual se resta y se resta a los trabajadores, y nunca baja la deuda”.
En los periodos de Vicente Fox y Felipe Calderón México se experimentó un boom en los desarrollos inmobiliarios de interés social. Pero también aumentó el número de casas abandonadas construidas por el Infonavit. Lo más grave es que éste modelo expansivo del desarrollo de trabajo perduró durante el periodo de Enrique Peña Nieto, donde se construyeron las casas lejos de los centros de trabajo e incluso en zonas de alto riesgo.
El resultado de la aplicación del modelo anteriormente descrito dio como resultado el abandono de viviendas y la insatisfacción de los trabajadores que habían invertido ahí su patrimonio.3
Esta situación solo refleja una nula planeación de estos desarrollos habitacionales, y lo más preocupante; quedan relegadas las necesidades del trabajador, lo cual rompe con los principios básicos de la vivienda establecidos en la legislación internacional:4
Asequibilidad: La vivienda no es adecuada si su costo pone en peligro o dificulta el disfrute de otros derechos humanos por sus ocupantes.
Accesibilidad: La vivienda no es adecuada, si no se toman en consideración las necesidades específicas de los grupos desfavorecidos y marginados.
Ubicación: La vivienda no es adecuada si no ofrece acceso a oportunidades de empleo, servicios de salud, escuelas, guarderías y otros servicios e instalaciones sociales, o si está ubicada en zonas contaminadas o peligrosas.
La realidad de los desarrollos habitacionales en nuestro país es que justamente no cumplen con lo descrito anteriormente, innumerables quejas se han hecho llegar de esta situación, por mencionar un ejemplo5 tenemos el caso de Isabel Noyola que en diciembre de 2006 recibió un crédito por parte del Instituto de 273 mil pesos. Durante 11 años realizo pagos, pero a febrero de 2019 debe 291 mil pesos, casi 20 mil pesos más que el crédito original.
Si la ciudadana hubiera destinado el pago que realizaba de 3 mil pesos mensuales de renta durante 11 años, el pago total sumaria 396 mil pesos. Al jubilarse en 2014 empezó a aportar menos a su crédito ya que sus ingresos disminuyeron y por cuestiones económicas dejo de pagar al Infonavit y el adeudo con el organismo se elevó.
Otro caso similar es el de José Daniel de Nuevo León quien adquirió su casa el 17 de octubre de 2006 con un crédito que le otorgó el Infonavit de 258 mil pesos, el cual llego a julio de 2018 con un adeudo de 400 mil pesos.
El ciudadano pagaba 3 mil 200 pesos al mes, pero en 2011 se quedó sin trabajo, se le complico encontrar otra fuente de ingresos debido a problemas de salud. Posteriormente, una vez que encontró otra fuente de trabajo con menores ingresos, al cobrar su primera quincena todo fue para el Infonavit, inclusive tuvo que recibir préstamo de su patrón para poder regresar a su hogar.
Esto conllevó atraso de pagos, se acercó al instituto para buscar un arreglo y el resultado fue un aumento de 3 mil 200 pesos a 3 mil 800 pesos en el abono mensual y 10 mil pesos más a su saldo. Tiempo después hubo un nuevo rezago, por lo que de inmediato fue citado por el organismo para que acudiera a otra negociación la cual resulto en 10 mil pesos más al saldo y le fijaron en 2,500 el pago mensual lo que representaba la mitad de su ingreso.
Otro caso es el de Ana Fuentes del Estado de México, quien recibió un crédito en marzo del 2011 por un monto de 590 mil 899 pesos, y una tasa de interés de 9.5 por ciento anual; siete años después, y debido al incremento de la deuda en salarios mínimos, paga 7 mil pesos mensuales, sus patrones le han retenido 670 mil pesos y únicamente ha amortizado 175 mil pesos a la deuda.
Así se podrían mencionar miles de casos de abusos en los cobros por parte del Instituto, desde nuestra línea de acción se debe buscar un mecanismo de solución a este evidente, innegable y molesto problema para las personas que se encuentran en esta situación.
Por tal motivo, es necesario darle solución a través de una reforma a la Ley del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los trabajadores para corregir esta problemática y devolverle su espíritu social al instituto como financiadora de crédito suficiente y barato a toda la clase trabajadora de este país.
Notas:
1 Aristóteles, p. 57. https://www.mheducation.es/bcv/guide/capitulo/
8448166981.pdf
2 Cabera. Ignacio. “Infonavit: la cruda realidad”. El Heraldo de México. https://heraldodemexico.com.mx/opinion/ignacio-cabrera-fernandez-infonavit-la-cruda-realidad/
3 Idem.
4 Naciones Unidas. “El derecho a una vivienda adecuada”, Folleto informativo. No. 21. Rev. 1. p. 3. https://www.ohchr.org/Documents/Publications/FS21_rev_1_Housing_sp.pdf
5 El Universal. “Crédito impagable: debe más de lo que le prestaron en Infonavit”. https://www.eluniversal.com.mx/estados/credito-impagable-demas-de-lo-que-le-prestaron-en-infonavit.
