Por Mtro. Gerardo Jair Jaime González, Laboratorio Forense.
Al morir el cuerpo humano pasa por una serie de fenómenos producidos por agentes físicos, químicos y microbianos
El domingo 11 de julio del año pasado, el cielo de Nuevo México fue testigo de cómo el multimillonario Richard Branson viajó al espacio, probando así, con tripulación completa, la misión Unit22, diseñada por la división Virgin Galactic, con el propósito de evaluar la experiencia que vivirán sus futuros clientes al hacer turismo espacial.
A las 08:30 horas locales, Branson acompañado de los dos pilotos del avión, Dave Mackay y Michael Masucci, así como de los especialistas Beth Moses, instructora principal de astronautas de la empresa; el ingeniero principal de operaciones, Colin Bennet y Sirisha Bandla, vicepresidenta de operaciones de investigación y asuntos gubernamentales, despegó. 45 minutos después, la nave alcanzó 15 kilómetros y soltó al avión que continuó su trayectoria hasta lograr los 88 km de altitud; en ese momento los viajeros lograron disfrutar de cuatro minutos de gravedad cero, para luego comenzar el regreso a la tierra.
Lo anterior da la pauta para que cada vez más los viajes al espacio sean reales y se podría un día llegar a vacacionar o vivir en otros planetas, lo cual implica que también podríamos morir allá.
En la tierra, al morir el cuerpo humano pasa por una serie de fenómenos producidos por agentes físicos, químicos y microbianos, descritos en el primer manual de ciencias forenses en 1247 por Song Ci. El primer fenómeno es el enfriamiento; éste es espontaneo ya que la producción de calor cesa y la temperatura desciende en forma paulatina, 0.8 a 1°C/h en las primeras 12 horas, y después 0.3 a 0.5°C/h para las siguientes 12 horas. Asimismo, la sangre deja de fluir por el cuerpo y va a las zonas de declive por acción de la gravedad, salvo en los sitios de apoyo y son notables entre las primeras tres o cuatro horas después de la muerte (livor mortis). Posteriormente, los músculos se endurecen debido a la degradación del trifosfato de adenosina, lo cual inicia a partir de las tres horas de muerte y alcanza el punto máximo entre las 12 y las 15 horas, aunque la temperatura fría puede acelerarla (rigor mortis).
La descomposición del organismo regularmente inicia en el aparato digestivo y después se extiende principalmente por la acción de Clostridium welchii. Esto se debe a que los bacilos aerobios, como Proteus vulgaris y E.
Coli, agotan el oxígeno existente en el cadáver, y de que otros aerobios, como Putrificus coli, Liquefaciens magnus y Vibrio cholerae, participan en el proceso de putrefacción. Después, por acción de los gérmenes anaerobios Putridus gracilis y P. magnus, se producen los gases pútridos del cadáver.
Los fenómenos cadavéricos anteriores son intrínsecos, pero también existen otros externos que influyen en el proceso de descomposición, como los ambientales, la fauna y flora cadavérica, el tipo y lugar de entierro, cuestiones propias del cadáver y la forma de muerte.
Entonces, ¿qué pasa si muero en el espacio?
Por diversas fuentes sabemos que la gravedad fuera de nuestras fronteras terrestres es diferente, lo que afectaría de manera directa el livor mortis, pues no permitiría la acumulación de sangre. Al viajar al espacio, seguramente usaríamos traje espacial, por lo cual el rigor mortis tendría lugar. Las bacterias intestinales antes mencionadas también devorarían los tejidos blandos, pero estas necesitan oxígeno para funcionar correctamente, por lo tanto, al terminarse éste, se alentaría significativamente el proceso. Los microbios propios del suelo ayudan a la descomposición del cuerpo, por lo que cualquier entorno planetario que inhiba la acción microbiana, como una sequía extrema, mejoraría notablemente la preservación de los tejidos blandos.
Nuestro planeta es tan sabio, que la descomposición de restos humanos forma parte de un ecosistema equilibrado donde los nutrientes son reciclados por organismos vivos como insectos, microbios e incluso plantas. Pero, los entornos en otros planetas no han evolucionado tanto para deshacerse de los cuerpos sin vida de una manera tan eficiente como el nuestro, obviamente los animales carroñeros no existen.
El planeta Marte, que es de los más estudiados por los investigadores presenta una condición desértica y seca, lo que podría provocar que los tejidos blandos se sequen, y quizá el sedimento arrastrado por el viento erosionaría y dañaría el esqueleto muy parecido al de la Tierra. La temperatura también es un factor muy importante en la descomposición.
Otro espacio muy estudiado es la luna, en nuestro único satélite natural las temperaturas oscilan entre los 120°C y los -170°C. Con estas temperaturas los cuerpos podrían mostrar signos de cambios producidos ya sea por el calor o por la congelación.
Todo lo anterior, es meramente teórico con base en la información existente hasta el momento, se tendría que hacer un estudio práctico para ver qué tan diferente sería la descomposición.
Bibliografía:
Carriedo, C., Gómez, M., Muñiz, R., Nicolini, H., Takajashi, F., &
Becerril J. (2014). Medicina forense. México: Manual Moderno.
Vargas, A. (2017). Medicina Legal. México: Trillas.
Martínez, S., & Saldívar L. (2016). Medicina Legal. México: Méndez Editores.
